EL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

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Capítulo 1

1:1
PRINCIPIO del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
1:2
Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío á mi mensajero delante de tu faz, Que apareje tu camino delante de ti.
1:3
Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor; Enderezad sus veredas.
1:4
Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo del arrepentimiento para remisión de pecados.
1:5
Y salía á Él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalem; y eran todos, bautizados por Él en el río de Jordán, confesando sus pecados.
1:6
Y Juan andaba vestido de pelos de camello, y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre.
1:7
Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos.
1:8
Yo á la verdad os he bautizado con agua; mas Él os bautizará con Espíritu Santo.
1:9
Y aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fué bautizado por Juan en el Jordán.
1:10
Y luego, subiendo del agua, vió abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma, que descendía sobre Él.
1:11
Y hubo una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tomo contentamiento.
1:12
Y luego el Espíritu le impele al desierto.
1:13
Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás; y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.
1:14
Mas después que Juan fué encarcelado, Jesús vino á Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,
1:15
Y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio.
1:16
Y pasando junto á la mar de Galilea, vió á Simón, y á Andrés su hermano, que echaban la red en la mar; porque eran pescadores.
1:17
Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
1:18
Y luego, dejadas sus redes, le siguieron.
1:19
Y pasando de allí un poco más adelante, vió á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las redes.
1:20
Y luego los llamó: y dejando á su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de Él.
1:21
Y entraron en Capernaum; y luego los sábados, entrando en la sinagoga, enseñaba.
1:22
Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas.
1:23
Y había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual dió voces,
1:24
Diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido á destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.
1:25
Y Jesús le riñó, diciendo: Enmudece, y sal de Él.
1:26
Y el espíritu inmundo, haciéndole pedazos, y clamando á gran voz, salió de Él.
1:27
Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun á los espíritus inmundos manda, y le obedecen?
1:28
Y vino luego su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.
1:29
Y luego saliendo de la sinagoga, vinieron á casa de Simón y de Andrés, con Jacobo y Juan.
1:30
Y la suegra de Simón estaba acostada con calentura; y le hablaron luego de ella.
1:31
Entonces llegando Él, la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó la calentura, y les servía.
1:32
Y cuando fué la tarde, luego que el sol se puso, traían á Él todos los que tenían mal, y endemoniados;
1:33
Y toda la ciudad se juntó á la puerta.
1:34
Y sanó á muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba decir á los demonios que le conocían.
1:35
Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fué á un lugar desierto, y allí oraba.
1:36
Y le siguió Simón, y los que estaban con Él;
1:37
Y hallándole, le dicen: Todos te buscan.
1:38
Y les dice: Vamos á los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.
1:39
Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.
1:40
Y un leproso vino á Él, rogándole; é hincada la rodilla, le dice: Si quieres, puedes limpiarme.
1:41
Y Jesús, teniendo misericordia de Él, extendió su mano, y le tocó, y le dice: Quiero, sé limpio.
1:42
Y así que hubo Él hablado, la lepra se fué luego de aquél, y fué limpio.
1:43
Entonces le apercibió, y despidióle luego,
1:44
Y le dice: Mira, no digas á nadie nada; sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio á ellos.
1:45
Mas Él salido, comenzó á publicarlo mucho, y á divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar manifiestamente en la ciudad, sino que estaba fuera en los lugares desiertos; y venían á Él de todas partes.

Capítulo 2

2:1
Y ENTRÓ otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa.
2:2
Y luego se juntaron á Él muchos, que ya no cabían ni aun á la puerta; y les predicaba la palabra.
2:3
Entonces vinieron á Él unos trayendo un paralítico, que era traído por cuatro.
2:4
Y como no podían llegar á Él á causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.
2:5
Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
2:6
Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,
2:7
Decían: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?
2:8
Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?
2:9
¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, ó decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?
2:10
Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los pecados, (dice al paralítico):
2:11
A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete á tu casa.
2:12
Entonces Él se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron á Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.
2:13
Y volvió á salir á la mar, y toda la gente venía á Él, y los enseñaba.
2:14
Y pasando, vió á Leví, hijo de Alfeo, sentado al banco de los públicos tributos, y le dice: Sígueme. Y levantándose le siguió.
2:15
Y aconteció que estando Jesús á la mesa en casa de Él, muchos publicanos y pecadores estaban también á la mesa juntamente con Jesús y con sus discípulos: porque había muchos, y le habían seguido.
2:16
Y los escribas y los Fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron á sus discípulos: ¿Qué es esto, que Él come y bebe con los publicanos y con los pecadores?
2:17
Y oyéndolo Jesús, les dice: Los sanos no tienen necesidad de médico, mas los que tienen mal. No he venido á llamar á los justos, sino á los pecadores.
2:18
Y los discípulos de Juan, y de los Fariseos ayunaban; y vienen, y le dicen: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los Fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?
2:19
Y Jesús les dice: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo no pueden ayunar.
2:20
Mas vendrán días, cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.
2:21
Nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; de otra manera el mismo remiendo nuevo tira del viejo, y la rotura se hace peor.
2:22
Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.
2:23
Y aconteció que pasando Él por los sembrados en sábado, sus discípulos andando comenzaron á arrancar espigas.
2:24
Entonces los Fariseos le dijeron: He aquí, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?
2:25
Y Él les dijo: ¿Nunca leísteis qué hizo David cuando tuvo necesidad, y tuvo hambre, Él y los que con Él estaban:
2:26
Cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiathar sumo pontífice, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino á los sacerdotes, y aun dió á los que con Él estaban?
2:27
También les dijo: El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado.
2:28
Así que el Hijo del hombre es Señor aun del sábado.

Capítulo 3

3:1
Y OTRA vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.
3:2
Y le acechaban si en sábado le sanaría, para acusarle.
3:3
Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate en medio.
3:4
Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábado, ó hacer mal? ¿salvar la vida, ó quitarla? Mas ellos callaban.
3:5
Y mirándolos alrededor con enojo, condoleciéndose de la ceguedad de su corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano fué restituída sana.
3:6
Entonces saliendo los Fariseos, tomaron consejo con los Herodianos contra Él, para matarle.
3:7
Mas Jesús se apartó á la mar con sus discípulos: y le siguió gran multitud de Galilea, y de Judea.
3:8
Y de Jerusalem, y de Idumea, y de la otra parte del Jordán. Y los de alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron á Él.
3:9
Y dijo á sus discípulos que le estuviese siempre apercibida la barquilla, por causa del gentío, para que no le oprimiesen.
3:10
Porque había sanado á muchos; de manera que caían sobre Él cuantos tenían plagas, por tocarle.
3:11
Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de Él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
3:12
Mas Él les reñía mucho que no le manifestasen.
3:13
Y subió al monte, y llamó á sí á los que Él quiso; y vinieron á Él.
3:14
Y estableció doce, para que estuviesen con Él, y para enviarlos á predicar.
3:15
Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios:
3:16
A Simón, al cual puso por nombre Pedro;
3:17
Y á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan hermano de Jacobo; y les apellidó Boanerges, que es, Hijos del trueno;
3:18
Y á Andrés, y á Felipe, y á Bartolomé, y á Mateo, y á Tomas, y á Jacobo hijo de Alfeo, y á Tadeo, y á Simón el Cananita,
3:19
Y á Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron á casa.
3:20
Y agolpóse de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.
3:21
Y como lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle: porque decían: Está fuera de sí.
3:22
Y los escribas que habían venido de Jerusalem, decían que tenía á Beelzebub, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
3:23
Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera á Satanás?
3:24
Y si algún reino contra sí mismo fuere dividido, no puede permanecer el tal reino.
3:25
Y si alguna casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la tal casa.
3:26
Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede permanecer; antes tiene fin.
3:27
Nadie puede saquear las alhajas del valiente entrando en su casa, si antes no atare al valiente y entonces saqueará su casa.
3:28
De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados á los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;
3:29
Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, mas está expuesto á eterno juicio.
3:30
Porque decían: Tiene espíritu inmundo.
3:31
Vienen después sus hermanos y su madre, y estando fuera, enviaron á Él llamándole.
3:32
Y la gente estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos te buscan fuera.
3:33
Y Él les respondió, diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
3:34
Y mirando á los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: He aquí mi madre y hermanos.
3:35
Porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

Capítulo 4

4:1
Y OTRA vez comenzó á enseñar junto á la mar, y se juntó á Él mucha gente; tanto, que entrándose Él en un barco, se sentó en la mar: y toda la gente estaba en tierra junto á la mar.
4:2
Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina:
4:3
Oid: He aquí, el sembrador salió á sembrar.
4:4
Y aconteció sembrando, que una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo, y la tragaron.
4:5
Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profunda:
4:6
Mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó.
4:7
Y otra parte cayó en espinas; y subieron las espinas, y la ahogaron, y no dió fruto.
4:8
Y otra parte cayó en buena tierra, y dió fruto, que subió y creció: y llevó uno á treinta, y otro á sesenta, y otro á ciento.
4:9
Entonces les dijo: El que tiene oídos para oir, oiga.
4:10
Y cuando estuvo solo, le preguntaron los que estaban cerca de Él con los doce, sobre la parábola.
4:11
Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios; mas á los que están fuera, por parábolas todas las cosas;
4:12
Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo, oigan y no entiendan: porque no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.
4:13
Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
4:14
El que siembra es el que siembra la palabra.
4:15
Y éstos son los de junto al camino: en los que la palabra es sembrada: mas después que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la palabra que fué sembrada en sus corazones.
4:16
Y asimismo éstos son los que son sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, luego la toman con gozo;
4:17
Mas no tienen raíz en sí, antes son temporales, que en levantándose la tribulación ó la persecución por causa de la palabra, luego se escandalizan.
4:18
Y éstos son los que son sembrados entre espinas: los que oyen la palabra;
4:19
Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
4:20
Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno á treinta, otro á sesenta, y otro á ciento.
4:21
También les dijo: ¿Tráese la antorcha para ser puesta debajo del almud, ó debajo de la cama? ¿No es para ser puesta en el candelero?
4:22
Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de descubrirse.
4:23
Si alguno tiene oídos para oir, oiga.
4:24
Les dijo también: Mirad lo que oís: con la medida que medís, os medirán otros, y será añadido á vosotros los que oís.
4:25
Porque al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
4:26
Decía más: Así es el reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra;
4:27
Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece como Él no sabe.
4:28
Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;
4:29
Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada.
4:30
Y decía: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿ó con qué parábola le compararemos?
4:31
Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra;
4:32
Mas después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las legumbres, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo puedan morar bajo su sombra.
4:33
Y con muchas tales parábolas les hablaba la palabra, conforme á lo que podían oir.
4:34
Y sin parábola no les hablaba; mas á sus discípulos en particular declaraba todo.
4:35
Y les dijo aquel día cuando fué tarde: Pasemos de la otra parte.
4:36
Y despachando la multitud, le tomaron como estaba, en el barco; y había también con Él otros barquitos.
4:37
Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se henchía.
4:38
Y Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron, y le dicen: ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos?
4:39
Y levantándose, increpó al viento, y dijo á la mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y fué hecha grande bonanza.
4:40
Y á ellos dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
4:41
Y temieron con gran temor, y decían el uno al otro. ¿Quién es éste, que aun el viento y la mar le obedecen?

Capítulo 5

5:1
Y VINIERON de la otra parte de la mar á la provincia de los Gadarenos.
5:2
Y salido Él del barco, luego le salió al encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,
5:3
Que tenía domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar;
5:4
Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por Él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía domar.
5:5
Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, é hiriéndose con las piedras.
5:6
Y como vió á Jesús de lejos, corrió, y le adoró.
5:7
Y clamando á gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
5:8
Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.
5:9
Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.
5:10
Y le rogaba mucho que no le enviase fuera de aquella provincia.
5:11
Y estaba allí cerca del monte una grande manada de puercos paciendo.
5:12
Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos á los puercos para que entremos en ellos.
5:13
Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en la mar; los cuales eran como dos mil; y en la mar se ahogaron.
5:14
Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.
5:15
Y vienen á Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido, y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
5:16
Y les contaron los que lo habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.
5:17
Y comenzaron á rogarle que se fuese de los términos de ellos.
5:18
Y entrando Él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado del demonio, para estar con Él.
5:19
Mas Jesús no le permitió, sino le dijo: Vete á tu casa, á los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
5:20
Y se fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuan grandes cosas Jesús había hecho con Él: y todos se maravillaban.
5:21
Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte, se juntó á Él gran compañía; y estaba junto á la mar.
5:22
Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vió, se postró á sus pies,
5:23
Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
5:24
Y fué con Él, y le seguía gran compañía, y le apretaban.
5:25
Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía,
5:26
Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,
5:27
Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido.
5:28
Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva.
5:29
Y luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
5:30
Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de Él, volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
5:31
Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
5:32
Y Él miraba alrededor para ver á la que había hecho esto.
5:33
Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de Él, y le dijo toda la verdad.
5:34
Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu azote.
5:35
Hablando aún Él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?
5:36
Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.
5:37
Y no permitió que alguno viniese tras Él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.
5:38
Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vió el alboroto, los que lloraban y gemían mucho.
5:39
Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es muerta, mas duerme.
5:40
Y hacían burla de Él: mas Él, echados fuera todos, toma al padre y á la madre de la muchacha, y á los que estaban con Él, y entra donde la muchacha estaba.
5:41
Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate.
5:42
Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años. Y se espantaron de grande espanto.
5:43
Mas Él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer.

Capítulo 6

6:1
Y SALIÓ de allí, y vino á su tierra, y le siguieron sus discípulos.
6:2
Y llegado el sábado, comenzó á enseñar en la sinagoga; y muchos oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, y tales maravillas que por sus manos son hechas?
6:3
¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus hermanas? Y se escandalizaban en Él.
6:4
Mas Jesús les decía: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
6:5
Y no pudo hacer allí alguna maravilla; solamente sanó unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.
6:6
Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y rodeaba las aldeas de alrededor, enseñando.
6:7
Y llamó á los doce, y comenzó á enviarlos de dos en dos: y les dió potestad sobre los espíritus inmundos.
6:8
Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente báculo; no alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa;
6:9
Mas que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.
6:10
Y les decía: Donde quiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí.
6:11
Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio á ellos. De cierto os digo que más tolerable será el castigo de los de Sodoma y Gomorra el día del juicio, que el de aquella ciudad.
6:12
Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.
6:13
Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite á muchos enfermos, y sanaban.
6:14
Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos, y por tanto, virtudes obran en Él.
6:15
Otros decían: Elías es. Y otros decían: Profeta es, ó alguno de los profetas.
6:16
Y oyéndolo Herodes, dijo: Este es Juan el que yo degollé: Él ha resucitado de los muertos.
6:17
Porque el mismo Herodes había enviado, y prendido á Juan, y le había aprisionado en la cárcel á causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.
6:18
Porque Juan decía á Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
6:19
Mas Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía:
6:20
Porque Herodes temía á Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le tenía respeto: y oyéndole, hacía muchas cosas; y le oía de buena gana.
6:21
Y venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su nacimiento, daba una cena á sus príncipes y tribunos, y á los principales de Galilea;
6:22
Y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando á Herodes y á los que estaban con Él á la mesa, el rey dijo á la muchacha: Pídeme lo que quisieres, que yo te lo daré.
6:23
Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino.
6:24
Y saliendo ella, dijo á su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan Bautista.
6:25
Entonces ella entró prestamente al rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.
6:26
Y el rey se entristeció mucho; mas á causa del juramento, y de los que estaban con Él á la mesa, no quiso desecharla.
6:27
Y luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó que fuese traída su cabeza;
6:28
El cual fué, y le degolló en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato, y la dió á la muchacha, y la muchacha la dió á su madre.
6:29
Y oyéndolo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron en un sepulcro.
6:30
Y los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.
6:31
Y Él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, que ni aun tenían lugar de comer.
6:32
Y se fueron en un barco al lugar desierto aparte.
6:33
Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos á pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron á Él.
6:34
Y saliendo Jesús vió grande multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y les comenzó á enseñar muchas cosas.
6:35
Y como ya fuese el día muy entrado, sus discípulos llegaron á Él, diciendo: El lugar es desierto, y el día ya muy entrado;
6:36
Envíalos para que vayan á los cortijos y aldeas de alrededor, y compren para sí pan; porque no tienen qué comer.
6:37
Y respondiendo Él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
6:38
Y Él les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron: Cinco, y dos peces.
6:39
Y les mandó que hiciesen recostar á todos por partidas sobre la hierba verde.
6:40
Y se recostaron por partidas, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.
6:41
Y tomados los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo, bendijo, y partió los panes, y dió á sus discípulos para que los pusiesen delante: y repartió á todos los dos peces.
6:42
Y comieron todos, y se hartaron.
6:43
Y alzaron de los pedazos doce cofines llenos, y de los peces.
6:44
Y los que comieron eran cinco mil hombres.
6:45
Y luego dió priesa á sus discípulos á subir en el barco, é ir delante de Él á Bethsaida de la otra parte, entre tanto que Él despedía la multitud.
6:46
Y después que los hubo despedido, se fué al monte á orar.
6:47
Y como fué la tarde, el barco estaba en medio de la mar, y Él solo en tierra.
6:48
Y los vió fatigados bogando, porque el viento les era contrario: y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino á ellos andando sobre la mar, y quería precederlos.
6:49
Y viéndole ellos, que andaba sobre la mar, pensaron que era fantasma, y dieron voces;
6:50
Porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; yo soy, no temáis.
6:51
Y subió á ellos en el barco, y calmó el viento: y ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban:
6:52
Porque aun no habían considerado lo de los panes, por cuanto estaban ofuscados sus corazones.
6:53
Y cuando estuvieron de la otra parte, vinieron á tierra de Genezaret, y tomaron puerto.
6:54
Y saliendo ellos del barco, luego le conocieron.
6:55
Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron á traer de todas partes enfermos en lechos, á donde oían que estaba.
6:56
Y donde quiera que entraba, en aldeas, ó ciudades, ó heredades, ponían en las calles á los que estaban enfermos, y le rogaban que tocasen siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban quedaban sanos.

Capítulo 7

7:1
Y SE juntaron á Él los Fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalem;
7:2
Los cuales, viendo á algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes, es á saber, no lavadas, los condenaban.
7:3
(Porque los Fariseos y todos los Judíos, teniendo la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
7:4
Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y otras muchas cosas hay, que tomaron para guardar, como las lavaduras de los vasos de beber, y de los jarros, y de los vasos de metal, y de los lechos.)
7:5
Y le preguntaron los Fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme á la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos comunes?
7:6
Y respondiendo Él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, Mas su corazón lejos está de mí.
7:7
Y en vano me honra, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
7:8
Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los hombres; las lavaduras de los jarros y de los vasos de beber: y hacéis otras muchas cosas semejantes.
7:9
Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
7:10
Porque Moisés dijo: Honra á tu padre y á tu madre, y: El que maldijera al padre ó á la madre, morirá de muerte.
7:11
Y vosotros decís: Basta si dijere un hombre al padre ó á la madre: Es Corbán (quiere decir, don mío á Dios) todo aquello con que pudiera valerte;
7:12
Y no le dejáis hacer más por su padre ó por su madre,
7:13
Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis: y muchas cosas hacéis semejantes á éstas.
7:14
Y llamando á toda la multitud, les dijo: Oidme todos, y entended:
7:15
Nada hay fuera del hombre que entre en Él, que le pueda contaminar: mas lo que sale de Él, aquello es lo que contamina al hombre.
7:16
Si alguno tiene oídos para oir, oiga.
7:17
Y apartado de la multitud, habiendo entrado en casa, le preguntaron sus discípulos sobra la parábola.
7:18
Y díjoles: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar;
7:19
Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale á la secreta? Esto decía, haciendo limpias todas las viandas.
7:20
Mas decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre.
7:21
Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,
7:22
Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez.
7:23
Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
7:24
Y levantándose de allí, se fué á los términos de Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie lo supiese; mas no pudo esconderse.
7:25
Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de Él, vino y se echó á sus pies.
7:26
Y la mujer era Griega, Sirofenisa de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
7:27
Más Jesús le dijo: Deja primero hartarse los hijos, porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo á los perrillos.
7:28
Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
7:29
Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.
7:30
Y como fué á su casa, halló que el demonio había salido, y á la hija echada sobre la cama.
7:31
Y volviendo á salir de los términos de Tiro, vino por Sidón á la mar de Galilea, por mitad de los términos de Decápolis.
7:32
Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le ponga la mano encima.
7:33
Y tomándole aparte de la gente, metió sus dedos en las orejas de Él, y escupiendo, tocó su lengua;
7:34
Y mirando al cielo, gimió, y le dijo: Ephphatha: que es decir: Sé abierto.
7:35
Y luego fueron abiertos sus oídos, y fué desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien.
7:36
Y les mandó que no lo dijesen á nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
7:37
Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo: hace á los sordos oir, y á los mudos hablar.

Capítulo 8

8:1
EN aquellos días, como hubo gran gentío, y no tenían qué comer, Jesús llamó á sus discípulos, y les dijo:
8:2
Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer:
8:3
Y si los enviare en ayunas á sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.
8:4
Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien hartar á estos de pan aquí en el desierto?
8:5
Y les pregunto: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.
8:6
Entonces mandó á la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dió á sus discípulos que los pusiesen delante: y los pusieron delante á la multitud.
8:7
Tenían también unos pocos pececillos: y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.
8:8
Y comieron, y se hartaron: y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete espuertas.
8:9
Y eran los que comieron, como cuatro mil: y los despidió.
8:10
Y luego entrando en el barco con sus discípulos, vino á las partes de Dalmanutha.
8:11
Y vinieron los Fariseos, y comenzaron á altercar con Él, pidiéndole señal del cielo, tentándole.
8:12
Y gimiendo en su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal á esta generación.
8:13
Y dejándolos, volvió á entrar en el barco, y se fué de la otra parte.
8:14
Y se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en el barco.
8:15
Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los Fariseos, y de la levadura de Herodes.
8:16
Y altercaban los unos con los otros diciendo: Pan no tenemos.
8:17
Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis pan? ¿no consideráis ni entendéis? ¿aun tenéis endurecido vuestro corazón?
8:18
¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿y no os acordáis?
8:19
Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Doce.
8:20
Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.
8:21
Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?
8:22
Y vino á Bethsaida; y le traen un ciego, y le ruegan que le tocase.
8:23
Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veía algo.
8:24
Y Él mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan como árboles.
8:25
Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fué restablecido, y vió de lejos y claramente á todos.
8:26
Y envióle á su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas á nadie en la aldea.
8:27
Y salió Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó á sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
8:28
Y ellos respondieron: Juan Bautista; y otros, Elías; y otros, Alguno de los profetas.
8:29
Entonces Él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dice: Tú eres el Cristo.
8:30
Y les apercibió que no hablasen de Él á ninguno.
8:31
Y comenzó á enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.
8:32
Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le tomó, y le comenzó á reprender.
8:33
Y Él, volviéndose y mirando á sus discípulos, riñó á Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres.
8:34
Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
8:35
Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
8:36
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma?
8:37
¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
8:38
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de Él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

Capítulo 9

9:1
TAMBIÉN les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios que viene con potencia.
9:2
Y seis días después tomó Jesús á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y los sacó aparte solos á un monte alto; y fué transfigurado delante de ellos.
9:3
Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.
9:4
Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.
9:5
Entonces respondiendo Pedro, dice á Jesús: Maestro, bien será que nos quedemos aquí, y hagamos tres pabellones: para ti uno, y para Moisés otro, y para Elías otro;
9:6
Porque no sabía lo que hablaba; que estaban espantados.
9:7
Y vino una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado: á él oid.
9:8
Y luego, como miraron, no vieron más á nadie consigo, sino á Jesús solo.
9:9
Y descendiendo ellos del monte, les mandó que á nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los muertos.
9:10
Y retuvieron la palabra en sí, altercando qué sería aquéllo: Resucitar de los muertos.
9:11
Y le preguntaron, diciendo: ¿Qué es lo que los escribas dicen, que es necesario que Elías venga antes?
9:12
Y respondiendo Él, les dijo: Elías á la verdad, viniendo antes, restituirá todas las cosas: y como está escrito del Hijo del hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada.
9:13
Empero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de Él.
9:14
Y como vino á los discípulos, vió grande compañía alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.
9:15
Y luego toda la gente, viéndole, se espantó, y corriendo á Él, le saludaron.
9:16
Y preguntóles: ¿Qué disputáis con ellos?
9:17
Y respondiendo uno de la compañía, dijo: Maestro, traje á ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,
9:18
El cual, donde quiera que le toma, le despedaza; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando: y dije á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.
9:19
Y respondiendo Él, les dijo: ¡Oh generación infiel! ¿hasta cuándo estaré con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmele.
9:20
Y se le trajeron: y como le vió, luego el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.
9:21
Y Jesús preguntó á su padre: ¿Cuánto tiempo há que le aconteció esto? Y Él dijo: Desde niño:
9:22
Y muchas veces le echa en el fuego y en aguas, para matarle; mas, si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros.
9:23
Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo es posible.
9:24
Y luego el padre del muchacho dijo clamando: Creo, ayuda mi incredulidad.
9:25
Y como Jesús vió que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de Él, y no entres más en Él.
9:26
Entonces el espíritu clamando y desgarrándole mucho, salió; y Él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.
9:27
Mas Jesús tomándole de la mano, enderezóle; y se levantó.
9:28
Y como Él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?
9:29
Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
9:30
Y habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese.
9:31
Porque enseñaba á sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto Él, resucitará al tercer día.
9:32
Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle.
9:33
Y llegó á Capernaum; y así que estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
9:34
Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el camino quién había de ser el mayor.
9:35
Entonces sentándose, llamó á los doce, y les dice: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
9:36
Y tomando un niño, púsolo en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dice:
9:37
El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, á mí recibe; y el que á mí recibe, no recibe á mí, mas al que me envió.
9:38
Y respondióle Juan, diciendo: Maestro, hemos visto á uno que en tu nombre echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos sigue.
9:39
Y Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí.
9:40
Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
9:41
Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
9:42
Y cualquiera que escandalizare á uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y fuera echado en la mar.
9:43
Y si tu mano te escandalizare, córtala: mejor te es entrar á la vida manco, que teniendo dos manos ir á la Gehenna, al fuego que no puede ser apagado;
9:44
Donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga.
9:45
Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo: mejor te es entrar á la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en la Gehenna, al fuego que no puede ser apagado;
9:46
Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
9:47
Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo: mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado á la Gehenna;
9:48
Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
9:49
Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.
9:50
Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la adobaréis? Tened en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con los otros.

Capítulo 10

10:1
Y PARTIÉNDOSE de allí, vino á los términos de Judea y tras el Jordán: y volvió el pueblo á juntarse á Él; y de nuevo les enseñaba como solía.
10:2
Y llegándose los Fariseos, le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar á su mujer.
10:3
Mas Él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
10:4
Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio, y repudiar.
10:5
Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;
10:6
Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.
10:7
Por esto dejará el hombre á su padre y á su madre, y se juntará á su mujer.
10:8
Y los que eran dos, serán hechos una carne: así que no son más dos, sino una carne.
10:9
Pues lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre.
10:10
Y en casa volvieron los discípulos á preguntarle de lo mismo.
10:11
Y les dice: Cualquiera que repudiare á su mujer, y se casare con otra, comete adulterio contra ella:
10:12
Y si la mujer repudiare á su marido y se casare con otro, comete adulterio.
10:13
Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reñían á los que los presentaban.
10:14
Y viéndolo Jesús, se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el reino de Dios.
10:15
De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en Él.
10:16
Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
10:17
Y saliendo Él para ir su camino, vino uno corriendo, é hincando la rodilla delante de Él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?
10:18
Y Jesús le dijo: ¿Por qué me dices bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.
10:19
Los mandamientos sabes: No adulteres: No mates: No hurtes: No digas falso testimonio: No defraudes: Honra á tu padre y á tu madre.
10:20
El entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi mocedad.
10:21
Entonces Jesús mirándole, amóle, y díjole: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
10:22
Mas Él, entristecido por esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones.
10:23
Entonces Jesús, mirando alrededor, dice á sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
10:24
Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió á decir: ¡Hijos, cuán difícil es entrar en el reino de Dios, los que confían en las riquezas!
10:25
Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios.
10:26
Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse?
10:27
Entonces Jesús mirándolos, dice: Para los hombres es imposible; mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.
10:28
Entonces Pedro comenzó á decirle: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido.
10:29
Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo, que no hay ninguno que haya dejado casa, ó hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó heredades, por causa de mí y del evangelio,
10:30
Que no reciba cien tantos ahora en este tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, é hijos, y heredades, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.
10:31
Empero muchos primeros serán postreros, y postreros primeros.
10:32
Y estaban en el camino subiendo á Jerusalem; y Jesús iba delante de ellos, y se espantaban, y le seguían con miedo: entonces volviendo á tomar á los doce aparte, les comenzó á decir las cosas que le habían de acontecer:
10:33
He aquí subimos á Jerusalem, y el Hijo del hombre será entregado á los príncipes de los sacerdotes, y á los escribas, y le condenarán á muerte, y le entregarán á los Gentiles:
10:34
Y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en Él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.
10:35
Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron á Él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.
10:36
Y Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
10:37
Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno á tu diestra, y el otro á tu siniestra.
10:38
Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, ó ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?
10:39
Y ellos dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy bautizado, seréis bautizados.
10:40
Mas que os sentéis á mi diestra y á mi siniestra, no es mío darlo, sino á quienes está aparejado.
10:41
Y como lo oyeron los diez, comenzaron á enojarse de Jacobo y de Juan.
10:42
Mas Jesús, llamándolos, les dice: Sabéis que los que se ven ser príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre ellas son grandes, tienen sobre ellas potestad.
10:43
Mas no será así entre vosotros: antes cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor;
10:44
Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de todos.
10:45
Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos.
10:46
Entonces vienen á Jericó: y saliendo Él de Jericó y sus discípulos y una gran compañía, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
10:47
Y oyendo que era Jesús el Nazareno, comenzó á dar voces y decir: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.
10:48
Y muchos le reñían, que callase: mas Él daba mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí.
10:49
Entonces Jesús parándose, mandó llamarle: y llaman al ciego, diciéndole: Ten confianza: levántate, te llama.
10:50
El entonces, echando su capa, se levantó, y vino á Jesús.
10:51
Y respondiendo Jesús, le dice: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dice: Maestro, que cobre la vista.
10:52
Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado. Y luego cobró la vista, y seguía á Jesús en el camino.

Capítulo 11

11:1
Y COMO fueron cerca de Jerusalem, de Bethphagé, y de Bethania, al monte de las Olivas, envía dos de sus discípulos,
11:2
Y les dice: Id al lugar que está delante de vosotros, y luego entrados en Él, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre ha subido; desatadlo y traedlo.
11:3
Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo ha menester: y luego lo enviará acá.
11:4
Y fueron, y hallaron el pollino atado á la puerta fuera, entre dos caminos; y le desataron.
11:5
Y unos de los que estaban allí, les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?
11:6
Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado: y los dejaron.
11:7
Y trajeron el pollino á Jesús, y echaron sobre Él sus vestidos, y se sentó sobre Él.
11:8
Y muchos tendían sus vestidos por el camino, y otros cortaban hojas de los árboles, y las tendían por el camino.
11:9
Y los que iban delante, y los que iban detrás, daban voces diciendo: ¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor.
11:10
Bendito el reino de nuestro padre David que viene: ¡Hosanna en las alturas!
11:11
Y entró Jesús en Jerusalem, y en el templo: y habiendo mirado alrededor todas las cosas, y siendo ya tarde, salióse á Bethania con los doce.
11:12
Y el día siguiente, como salieron de Bethania, tuvo hambre.
11:13
Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó, si quizá hallaría en ella algo: y como vino á ella, nada halló sino hojas; porque no era tiempo de higos.
11:14
Entonces Jesús respondiendo, dijo á la higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti para siempre. Y lo oyeron sus discípulos.
11:15
Vienen, pues, á Jerusalem; y entrando Jesús en el templo, comenzó á echar fuera á los que vendían y compraban en el templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
11:16
Y no consentía que alguien llevase vaso por el templo.
11:17
Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito que mi casa, casa de oración será llamada por todas las gentes? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
11:18
Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban cómo le matarían; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina.
11:19
Mas como fué tarde, Jesús salió de la ciudad.
11:20
Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
11:21
Entonces Pedro acordándose, le dice: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste, se ha secado.
11:22
Y respondiendo Jesús, les dice: Tened fe en Dios.
11:23
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere á este monte: Quítate, y échate en la mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho.
11:24
Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
11:25
Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también á vosotros vuestras ofensas.
11:26
Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
11:27
Y volvieron á Jerusalem; y andando Él por el templo, vienen á Él los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos;
11:28
Y le dicen: ¿Con qué facultad haces estas cosas? ¿y quién te ha dado esta facultad para hacer estas cosas?
11:29
Y Jesús respondiendo entonces, les dice: Os preguntaré también yo una palabra; y respondedme, y os diré con qué facultad hago estas cosas:
11:30
El bautismo de Juan, ¿era del cielo, ó de los hombres? Respondedme.
11:31
Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
11:32
Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo: porque todos juzgaban de Juan, que verdaderamente era profeta.
11:33
Y respondiendo, dicen á Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dice: Tampoco yo os diré con qué facultad hago estas cosas.

Capítulo 12

12:1
Y COMENZÓ á hablarles por parábolas: Plantó un hombre una viña, y la cercó con seto, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó á labradores, y se partió lejos.
12:2
Y envió un siervo á los labradores, al tiempo, para que tomase de los labradores del fruto de la viña.
12:3
Mas ellos, tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío.
12:4
Y volvió á enviarles otro siervo; mas apedreándole, le hirieron en la cabeza, y volvieron á enviarle afrentado.
12:5
Y volvió á enviar otro, y á aquél mataron; y á otros muchos, hiriendo á unos y matando á otros.
12:6
Teniendo pues aún un hijo suyo amado, enviólo también á ellos el postrero, diciendo: Tendrán en reverencia á mi hijo.
12:7
Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra.
12:8
Y prendiéndole, le mataron, y echaron fuera de la viña.
12:9
¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá á estos labradores, y dará su viña á otros.
12:10
¿Ni aun esta Escritura habéis leído: La piedra que desecharon los que edificaban, Esta es puesta por cabeza de esquina;
12:11
Por el Señor es hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos?
12:12
Y procuraban prenderle, porque entendían que decía á ellos aquella parábola; mas temían á la multitud; y dejándole, se fueron.
12:13
Y envían á Él algunos de los Fariseos y de los Herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra.
12:14
Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de nadie; porque no miras á la apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo á César, ó no? ¿Daremos, ó no daremos?
12:15
Entonces Él, como entendía la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.
12:16
Y ellos se la trajeron y les dice: ¿Cúya es esta imagen y esta inscripción? Y ellos le dijeron: De César.
12:17
Y respondiendo Jesús, les dijo: Dad lo que es de César á César; y lo que es de Dios, á Dios. Y se maravillaron de ello.
12:18
Entonces vienen á el los Saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:
12:19
Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y dejase mujer, y no dejase hijos, que su hermano tome su mujer, y levante linaje á su hermano.
12:20
Fueron siete hermanos: y el primero tomó mujer, y muriendo, no dejó simiente;
12:21
Y la tomó el segundo, y murió, y ni aquél tampoco dejó simiente; y el tercero, de la misma manera.
12:22
Y la tomaron los siete, y tampoco dejaron simiente: á la postre murió también la mujer.
12:23
En la resurrección, pues, cuando resucitaren, ¿de cuál de ellos será mujer? porque los siete la tuvieron por mujer.
12:24
Entonces respondiendo Jesús, les dice: ¿No erráis por eso, porque no sabéis las Escrituras, ni la potencia de Dios?
12:25
Porque cuando resucitarán de los muertos, ni se casarán, ni serán dados en casamiento, mas son como los ángeles que están en los cielos.
12:26
Y de que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?
12:27
No es Dios de muertos, mas Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.
12:28
Y llegándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
12:29
Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
12:30
Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal mandamiento.
12:31
Y el segundo es semejante á Él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
12:32
Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de Él;
12:33
Y que amarle de todo corazón, y de todo entendimiento, y de toda el alma, y de todas las fuerzas, y amar al prójimo como á sí mismo, más es que todos los holocaustos y sacrificios.
12:34
Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
12:35
Y respondiendo Jesús decía, enseñando en el templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
12:36
Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate á mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.
12:37
Luego llamándole el mismo David Señor, ¿de dónde, pues, es su hijo? Y los que eran del común del pueblo le oían de buena gana.
12:38
Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas,
12:39
Y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;
12:40
Que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor juicio.
12:41
Y estando sentado Jesús delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca: y muchos ricos echaban mucho.
12:42
Y como vino una viuda pobre, echó dos blancas, que son un maravedí.
12:43
Entonces llamando á sus discípulos, les dice: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca:
12:44
Porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su alimento.

Capítulo 13

13:1
Y SALIENDO del templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.
13:2
Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.
13:3
Y sentándose en el monte de las Olivas delante del templo, le preguntaron aparte Pedro y Jacobo y Juan y Andrés:
13:4
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿y qué señal habrá cuando todas estas cosas han de cumplirse?
13:5
Y Jesús respondiéndoles, comenzó á decir: Mirad, que nadie os engañe;
13:6
Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañaran á muchos.
13:7
Mas cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras no os turbéis, porque conviene hacerse así; mas aun no será el fin.
13:8
Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores serán estos.
13:9
Mas vosotros mirad por vosotros: porque os entregarán en los concilios, y en sinagogas seréis azotados: y delante de presidentes y de reyes seréis llamados por causa de mí, en testimonio á ellos.
13:10
Y á todas las gentes conviene que el evangelio sea predicado antes.
13:11
Y cuando os trajeren para entregaros, no premeditéis qué habéis de decir, ni lo penséis: mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.
13:12
Y entregará á la muerte el hermano al hermano, y el padre al hijo: y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán.
13:13
Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre: mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.
13:14
Empero cuando viereis la abominación de asolamiento, que fué dicha por el profeta Daniel, que estará donde no debe (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan á los montes;
13:15
Y el que esté sobre el terrado, no descienda á la casa, ni entre para tomar algo de su casa;
13:16
Y el que estuviere en el campo, no vuelva atrás á tomar su capa.
13:17
Mas ¡ay de las preñadas, y de las que criaren en aquellos días!
13:18
Orad pues, que no acontezca vuestra huída en invierno.
13:19
Porque aquellos días serán de aflicción, cual nunca fué desde el principio de la creación que crió Dios, hasta este tiempo, ni será.
13:20
Y si el Señor no hubiese abreviado aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos que Él escogió, abrevió aquellos días.
13:21
Y entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; ó, He aquí, allí está, no le creáis.
13:22
Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán señales y prodigios, para engañar, si se pudiese hacer, aun á los escogidos.
13:23
Mas vosotros mirad; os lo he dicho antes todo.
13:24
Empero en aquellos días, después de aquella aflicción, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su resplandor;
13:25
Y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes que están en los cielos serán conmovidas;
13:26
Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con mucha potestad y gloria.
13:27
Y entonces enviará sus ángeles, y juntará sus escogidos de los cuatro vientos, desde el cabo de la tierra hasta el cabo del cielo.
13:28
De la higuera aprended la semejanza: Cuando su rama ya se enternece, y brota hojas, conocéis que el verano está cerca:
13:29
Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, conoced que está cerca, á las puertas.
13:30
De cierto os digo que no pasará esta generación, que todas estas cosas no sean hechas.
13:31
El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.
13:32
Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
13:33
Mirad, velad y orad: porque no sabéis cuándo será el tiempo.
13:34
Como el hombre que partiéndose lejos, dejó su casa, y dió facultad á sus siervos, y á cada uno su obra, y al portero mandó que velase:
13:35
Velad pues, porque no sabéis cuándo el señor de la casa vendrá; si á la tarde, ó á la media noche, ó al canto del gallo, ó á la mañana;
13:36
Porque cuando viniere de repente, no os halle durmiendo.
13:37
Y las cosas que á vosotros digo, á todos las dijo: Velad.

Capítulo 14

14:1
Y DOS días después era la Pascua y los días de los panes sin levadura: y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas cómo le prenderían por engaño, y le matarían.
14:2
Y decían: No en el día de la fiesta, porque no se haga alboroto del pueblo.
14:3
Y estando Él en Bethania en casa de Simón el leproso, y sentado á la mesa, vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de nardo espique de mucho precio; y quebrando el alabastro, derramóselo sobre su cabeza.
14:4
Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de ungüento?
14:5
Porque podía esto ser vendido por más de trescientos denarios, y darse á los pobres. Y murmuraban contra ella.
14:6
Mas Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la fatigáis? Buena obra me ha hecho;
14:7
Que siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les podréis hacer bien; mas á mí no siempre me tendréis.
14:8
Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado á ungir mi cuerpo para la sepultura.
14:9
De cierto os digo que donde quiera que fuere predicado este evangelio en todo el mundo, también esto que ha hecho ésta, será dicho para memoria de ella.
14:10
Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, vino á los príncipes de los sacerdotes, para entregársele.
14:11
Y ellos oyéndolo se holgaron, y prometieron que le darían dineros. Y buscaba oportunidad cómo le entregaría.
14:12
Y el primer día de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos á disponer para que comas la pascua?
14:13
Y envía dos de sus discípulos, y les dice: Id á la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;
14:14
Y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?
14:15
Y Él os mostrará un gran cenáculo ya preparado: aderezad para nosotros allí.
14:16
Y fueron sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y hallaron como les había dicho; y aderezaron la pascua.
14:17
Y llegada la tarde, fué con los doce.
14:18
Y como se sentaron á la mesa y comiesen, dice Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar.
14:19
Entonces ellos comenzaron á entristecerse, y á decirle cada uno por sí: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?
14:20
Y Él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato.
14:21
A la verdad el Hijo del hombre va, como está de Él escrito; mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! bueno le fuera á aquel hombre si nunca hubiera nacido.
14:22
Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les dió, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.
14:23
Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dió: y bebieron de Él todos.
14:24
Y les dice: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.
14:25
De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día cundo lo beberé nuevo en el reino de Dios.
14:26
Y como hubieron cantado el himno, se salieron al monte de las Olivas.
14:27
Jesús entonces les dice: Todos seréis escandalizados en mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas.
14:28
Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros á Galilea.
14:29
Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas no yo.
14:30
Y le dice Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.
14:31
Mas Él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.
14:32
Y vienen al lugar que se llama Gethsemaní, y dice á sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.
14:33
Y toma consigo á Pedro y á Jacobo y á Juan, y comenzó á atemorizarse, y á angustiarse.
14:34
Y les dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte: esperad aquí y velad.
14:35
Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oro que si fuese posible, pasase de Él aquella hora,
14:36
Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son á ti posibles: traspasa de mí este vaso; empero no lo que yo quiero, sino lo que tú.
14:37
Y vino y los halló durmiendo; y dice á Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has podido velar una hora?
14:38
Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad es presto, mas la carne enferma.
14:39
Y volviéndose á ir, oró, y dijo las mismas palabras.
14:40
Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados; y no sabían qué responderle.
14:41
Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad: basta, la hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores.
14:42
Levantaos, vamos: he aquí, el que me entrega está cerca.
14:43
Y luego, aun hablando Él, vino Judas, que era uno de los doce, y con Él una compañía con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.
14:44
Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquél es: prendedle, y llevadle con seguridad.
14:45
Y como vino, se acercó luego á Él, y le dice: Maestro, Maestro. Y le besó.
14:46
Entonces ellos echaron en Él sus manos, y le prendieron.
14:47
Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja.
14:48
Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos á tomarme?
14:49
Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me tomasteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.
14:50
Entonces dejándole todos sus discípulos, huyeron.
14:51
Empero un mancebillo le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo; y los mancebos le prendieron:
14:52
Mas Él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo.
14:53
Y trajeron á Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron á Él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.
14:54
Empero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.
14:55
Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle á la muerte; mas no lo hallaban.
14:56
Porque muchos decían falso testimonio contra Él; mas sus testimonios no concertaban.
14:57
Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra Él, diciendo:
14:58
Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo que es hecho de mano, y en tres días edificaré otro echo sin mano.
14:59
Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.
14:60
Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó á Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan estos contra ti?
14:61
Mas Él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió á preguntar, y le dice: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
14:62
Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado á la diestra de la potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.
14:63
Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más tenemos necesidad de testigos?
14:64
Oído habéis la blasfemia: ¿qué os parece? Y ellos todos le condenaron ser culpado de muerte.
14:65
Y algunos comenzaron á escupir en Él, y cubrir su rostro, y á darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas.
14:66
Y estando Pedro abajo en el atrio, vino una de las criadas del sumo sacerdote;
14:67
Y como vió á Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesús el Nazareno estabas.
14:68
Mas Él negó, diciendo: No conozco, ni sé lo que dices. Y se salió fuera á la entrada; y cantó el gallo.
14:69
Y la criada viéndole otra vez, comenzó á decir á los que estaban allí: Este es de ellos.
14:70
Mas Él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez á Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla es semejante.
14:71
Y Él comenzó á maldecir y á jurar: No conozco á este hombre de quien habláis.
14:72
Y el gallo cantó la segunda vez: y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.

Capítulo 15

15:1
Y LUEGO por la mañana, habiendo tenido consejo los príncipes de los sacerdotes con los ancianos, y con los escribas, y con todo el concilio, llevaron á Jesús atado, y le entregaron á Pilato.
15:2
Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiendo Él, le dijo: Tú lo dices.
15:3
Y los príncipes de los sacerdotes le acusaban mucho.
15:4
Y le preguntó otra vez Pilato, diciendo: ¿No respondes algo? Mira de cuántas cosas te acusan.
15:5
Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba.
15:6
Empero en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.
15:7
Y había uno, que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían hecho muerte en una revuelta.
15:8
Y viniendo la multitud, comenzó á pedir hiciese como siempre les había hecho.
15:9
Y Pilato les respondió, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los Judíos?
15:10
Porque conocía que por envidia le habían entregado los príncipes de los sacerdotes.
15:11
Mas los príncipes de los sacerdotes incitaron á la multitud, que les soltase antes á Barrabás.
15:12
Y respondiendo Pilato, les dice otra vez: ¿Qué pues queréis que haga del que llamáis Rey de los Judíos?
15:13
Y ellos volvieron á dar voces: Crucifícale.
15:14
Mas Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Y ellos daban más voces: Crucifícale.
15:15
Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó á Barrabás, y entregó á Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.
15:16
Entonces los soldados le llevaron dentro de la sala, es á saber al Pretorio; y convocan toda la cohorte.
15:17
Y le visten de púrpura; y poniéndole una corona tejida de espinas,
15:18
Comenzaron luego á saludarle: ¡Salve, Rey de los Judíos!
15:19
Y le herían en la cabeza con una caña, y escupían en Él, y le adoraban hincadas las rodillas.
15:20
Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le vistieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle.
15:21
Y cargaron á uno que pasaba, Simón Cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, para que llevase su cruz.
15:22
Y le llevan al lugar de Gólgotha, que declarado quiere decir: Lugar de la Calavera.
15:23
Y le dieron á beber vino mezclado con mirra; mas Él no lo tomó.
15:24
Y cuando le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando suertes sobre ellos, qué llevaría cada uno.
15:25
Y era la hora de las tres cuando le crucificaron.
15:26
Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDIOS.
15:27
Y crucificaron con Él dos ladrones, uno á su derecha, y el otro á su izquierda.
15:28
Y se cumplió la Escritura, que dice: Y con los inicuos fué contado.
15:29
Y los que pasaban le denostaban, meneando sus cabezas, y diciendo: ¡Ah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo edificas,
15:30
Sálvate á ti mismo, y desciende de la cruz.
15:31
Y de esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, decían unos á otros, con los escribas: A otros salvó, á sí mismo no se puede salvar.
15:32
El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con Él le denostaban.
15:33
Y cuando vino la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.
15:34
Y á la hora de nona, exclamó Jesús á gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabachthani? que declarado, quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
15:35
Y oyéndole unos de los que estaban allí, decían: He aquí, llama á Elías.
15:36
Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dió á beber, diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías á quitarle.
15:37
Mas Jesús, dando una grande voz, espiró.
15:38
Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de alto á bajo.
15:39
Y el centurión que estaba delante de Él, viendo que había espirado así clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.
15:40
Y también estaban algunas mujeres mirando de lejos; entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé;
15:41
Las cuales, estando aún Él en Galilea, le habían seguido, y le servían; y otras muchas que juntamente con Él habían subido á Jerusalem.
15:42
Y cuando fué la tarde, porque era la preparación, es decir, la víspera del sábado,
15:43
José de Arimatea, senador noble, que también esperaba el reino de Dios, vino, y osadamente entró á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
15:44
Y Pilato se maravilló que ya fuese muerto; y haciendo venir al centurión, preguntóle si era ya muerto.
15:45
Y enterado del centurión, dió el cuerpo á José.
15:46
El cual compró una sábana, y quitándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, y revolvió una piedra á la puerta del sepulcro.
15:47
Y María Magdalena, y María madre de José, miraban donde era puesto.

Capítulo 16

16:1
Y COMO pasó el sábado, María Magdalena, y María madre de Jacobo, y Salomé, compraron drogas aromáticas, para venir á ungirle.
16:2
Y muy de mañana, el primer día de la semana, vienen al sepulcro, ya salido el sol.
16:3
Y decían entre sí: ¿Quién nos revolverá la piedra de la puerta del sepulcro?
16:4
Y como miraron, ven la piedra revuelta; que era muy grande.
16:5
Y entradas en el sepulcro, vieron un mancebo sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.
16:6
Más Él les dice: No os asustéis: buscáis á Jesús Nazareno, el que fué crucificado; resucitado há, no está aquí; he aquí el lugar en donde le pusieron.
16:7
Mas id, decid á sus discípulos y á Pedro, que Él va antes que vosotros á Galilea: allí le veréis, como os dijo.
16:8
Y ellas se fueron huyendo del sepulcro; porque las había tomado temblor y espanto; ni decían nada á nadie, porque tenían miedo.
16:9
Mas como Jesús resucitó por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente á María Magdalena, de la cual había echado siete demonios.
16:10
Yendo ella, lo hizo saber á los que habían estado con Él, que estaban tristes y llorando.
16:11
Y ellos como oyeron que vivía, y que había sido visto de ella, no lo creyeron.
16:12
Mas después apareció en otra forma á dos de ellos que iban caminando, yendo al campo.
16:13
Y ellos fueron, y lo hicieron saber á los otros; y ni aun á ellos creyeron.
16:14
Finalmente se apareció á los once mismos, estando sentados á la mesa, y censuróles su incredulidad y dureza de corazón, que no hubiesen creído á los que le habían visto resucitado.
16:15
Y les dijo: Id por todo el mundo; predicad el evangelio á toda criatura.
16:16
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
16:17
Y estas señales seguirán á los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablaran nuevas lenguas;
16:18
Quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
16:19
Y el Señor, después que les habló, fué recibido arriba en el cielo, y sentóse á la diestra de Dios.
16:20
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales que se seguían. Amen.

LA BIBLIA: VERSIÓN REINA-VALERA DE 1909

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